lunes, 8 de noviembre de 2010

Huit Novembre...

[...] En realidad no había pena, era sólo necesidad de llorar. Sentirse débil, miserable, con lágrimas en los ojos para humedecer las mejillas.
Hasta que de pronto, sin querer buscar una respuesta, cae de sopetón por el tobogán de las ideas olvidadas una explicación que no recordaba, más bien una excusa.
¿Qué razón habría para que aquella idea llegara o tomara sentido en un contexto tan idóneo?

Entonces pensó: ¿Por qué siguen habiendo conductas dudosas? Tal vez es sólo el subconciente tomando y manifestando un eco.



Sí, no existe razón, fue un eco.